Òscar Casanovas (CETT-UB): «Uno de los principales retos del sector es incorporar de manera natural la digitalización sin renunciar a la importancia capital del factor humano en las relaciones”.

Òscar Casanovas Ibáñez es director académico del Grado de Turismo y profesor de Derecho y Política Turística en el CETT-UB.


Doctor en Derecho por la Universidad de Barcelona, es docente e investigador vinculado al Grupo de Investigación TURCIT (Turismo, Cultura y Territorio) del CETT-UB, especialmente en la línea de Turismo y Sociedad. Además, es autor de varias publicaciones en la esfera del Derecho Turístico y la Gestión Pública del Turismo.

¿Por qué es importante formarse en turismo y hostelería para destacar en el sector?

La formación es importante, esencial, en cualquier sector. En Turismo, Hotelería y Gastronomía el abanico de posibilidades es importante tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo y ofrece una perspectiva de competitividad profesional que debe ser aprovechada por toda persona que quiera sobresalir y promocionar en las empresas del sector.

¿Cree que en el ámbito turístico falta más inversión en innovación o formación?

Falta más inversión en formación e innovación y, en especial, en la combinación de los 2 factores, la innovación en el ámbito de la formación. Instrumentos como la internacionalización de los perfiles profesionales deben ir acompañados de la correspondiente función de fomento desde las Administraciones Públicas.

¿Qué cambios ha visto en la oferta de formación en los últimos años? ¿Cómo se ha adaptado el CETT a estos cambios?

En el campo del Turismo, la Hotelería y la Gastronomía los cambios han sido múltiples y, sobre todo, relevantes. Con la posibilidad ya real de establecer una trazabilidad demostrable, la formación, sin perder su orientación hacia la gestión empresarial, ha ampliado de manera extraordinaria su abanico, dirigiéndose también al ámbito de la gestión pública.

A mayor abundamiento, la incorporación de los estudios de turismo a la Universidad a mediados de los 90 y la posterior conversión de la diplomatura en Grado a finales del primer decenio del siglo XXI han contribuido de manera determinante a poder entender el turismo como una ciencia. Transversal y multidisciplinar, pero ciencia, al fin y al cabo. En definitiva, entendemos que el turismo es algo más que un porcentaje relevante, el que más, del PIB; una contribución determinante a auténticos desafíos como la sostenibilidad, la inclusión, la convivencia en paz.

El CETT, siguiendo el sendero iniciado por su fundador, Gaspar Espuña, muestra una clara vocación de liderazgo en estos cambios. A título de ejemplo, la implantación progresiva de nuevos Grados, el de Gastronomía y Ciencias Culinarias y el de Negocios Digitales e Innovación turística pretenden, junto al ya consolidado Grado de Turismo ofrecer la formación más holística posible, con la excelencia siempre como meta innegociable. Dentro de este panorama, especial mención merecen también las formaciones de Master, que elevan el espectro de la formación turística hasta cotas impensables incluso a finales del siglo precedente.

Paralelamente, el apoyo continuo a la formación de nuevos doctores y a la investigación turística, con los grupos de investigación abanderando este itinerario de antonomasia académica.

El sector turístico está viviendo una de las peores crisis en materia laboral. ¿Qué es lo que falla para que el mercado laboral no pueda responder a la demanda de las empresas? ¿Es por una falta de formación?

No entiendo que la crisis en materia laboral sea exclusiva del sector turístico, ni tan siquiera en ése se halla su causa. Se debe considerar la inexistencia de un marco laboral sólido que garantice una relación laboral correcta.

La demanda de las empresas no se ve satisfecha por el mercado laboral porque a dicha demanda le falta atractivo. Es obvio que esta laguna puede ser satisfecha a través de mejores condiciones laborales y salarios más dignos. No cabe pensar que sea la falta de formación la causante de esta insuficiencia.

En relación a esta crisis, una reciente encuesta de Turijobs confirma que seis de cada diez trabajadores quiere abandonar el sector turístico y migrar hacia uno con mejores condiciones laborales. ¿Es un dato que nos debería preocupar? ¿Por qué cree que se ha llegado a esta situación?

Parece obvio que es un dato preocupante; pero más preocupante parece preguntarse si el sector será capaz de mejorar estas condiciones laborales y capaz de retener el talento, uno de los retos mayúsculos al que se enfrenta en el futuro más cercano. No parece tan alarmante que haya trabajadores que abandonen o quieran abandonar el sector, como el hecho de que quienes lo hacen o tienen en mente hacerlo sean los más idóneos, capaces y preparados para liderarlo en un futuro.

¿De qué forma se puede recuperar el atractivo como sector para desarrollarse profesionalmente?

Mejores condiciones y salarios y mejor delimitación de los perfiles profesionales. Elaboración de un discurso constructivo en relación al sector, enfrentar la necesidad de incrementar la importancia de los estudios de turismo en la conciencia social.

El sector turístico ha experimentado una creciente digitalización. ¿Cuáles cree que son los principales retos del sector para hacer frente a esta transformación? ¿Qué papel tiene la formación?

Principal reto del sector, incorporar de manera natural la digitalización sin renunciar a la importancia capital del factor humano en las relaciones.

La formación tiene el papel transcendente de situar la digitalización como una prioridad sin abandonar los valores básicos y clásicos de la relación humana. Sin que ello sea óbice para poner en cabeza la capacidad crítica ejercida de manera constructiva y la capacidad transformadora que deben ejercer los futuros profesionales desde el liderato del sector.

¿Qué competencias profesionales cree que se demandarán en los próximos años?

Creemos firmemente que las competencias que se demandarán a los futuros profesionales (y que serán demandadas también por los futuros profesionales) pasaran por el ejercicio resiliente y comprometido de las conocidas “soft skills”, capacidad para adaptarse a los cambios, capacidad de transformación y capacidad de liderazgo.

Capacidad transversal de empatía.

Más que saber, capacidad para aprender. Más que saber hacer, saber hacer a nivel de excelencia. Y saber “contagiar” a los equipos de trabajo.

Actualmente, la sostenibilidad es un objetivo en las agendas de muchos hoteles, destinos y empresas turísticas. ¿Cómo puede la formación contribuir a impulsar un turismo más sostenible y responsable?

La sostenibilidad, efectivamente, ha devenido ya un clásico de las agendas. Es importante sin embargo no abusar del concepto hasta llegarlo a vulgarizar porque, literalmente, nos va la vida en ello.

La formación puede, y, de hecho está contribuyendo, llevando a cabo labores de sensibilización entre los futuros profesionales, involucrándolos en diversas acciones formativas a nivel de talleres, seminarios, voluntariados, prácticas, etc.

Por otra parte, en el mismo sentido, se vinculan los programas formativos y sus contenidos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de manera que las metodologías disruptivas enfoquen a la comunidad universitaria en la dirección que la Comunidad internacional subraya.

¿Cómo imagina el turismo dentro de 10 años?

Nosotros lo hemos puesto encima de la mesa, las próximas generaciones deberán pilotar el cambio y las siguientes consolidarlo. Dificultad creciente, razón de más para depositar nuestras esperanzas en una formación de calidad y comprometida con los retos que ya tenemos ante nosotros. La consecución de los ODS’s, en realidad una utopía pero no un espejismo, representan un claro ejemplo del camino a seguir. Existe el camino, debe ser transitado en la dirección adecuada. Y la Universidad debe erigirse en brújula de este apasionante viaje.